viernes, junio 23, 2006

A el le duele... A mi tambien...

A este ingles le dule la guerra... a mi tambien... a este ingles le gusta escibir, a mi tambien... Pero el elige mejor las palabras, asi que los invito a leer un segmento del Requiem de la Guerra.
Gorjearon los clarines

entristeciendo el aire de la tarde

y una mortecina respuesta se oyó .

...gorjearon los clarines.

Se oyeron voces de jóvenes cerca del río,

el sueño los abrazó en medio del ocaso...

...las sombras del mañana

pasan sobre los hombres.

Voces de antiguos desalientos,

de renuncias,

sometidas por la sombra del mañana...

...durmieron .

Hemos caminado amistosamente hacia la muerte,
nos sentamos y comimos con ella, fría y amarga.
Disculpamos sus bruscos modales.
Olimos el verde hedor de su aliento.
Nuestros ojos lloraron, mas el corazón siguió firme.
Nos escupió con balas y nos tosió metralla...
la maldijimos cuando cantó en el aire...
silbamos mientras nos rozaba con su guadaña...
¡La muerte jamás fue nuestra enemiga!

Reímos de ella, nos aliamos con ella, vieja amiga.
Ningún soldado puede luchar contra sus poderes.
Reímos, sabiendo que vendrían hombres mejores y guerras mayores.


¿Son entonces estos fornidos miembros y esta carne, tensa y aún tibia...
tan difíciles de reanimar?
¿Para esto se irguió de la arcilla?

Después del destello del relámpago del este,
después del estampido del fulgor sonoro del humo,
después que el repicar de los tambores del tiempo haya silenciado a las huestes
y los bronces del oeste hayan dado la señal de retirada.
¿Podrá la vida retornar a estos cuerpos?
¿Podrá Él anular la muerte y todas las lágrimas vertidas?
¿Podrá rellenar las venas vacías de vida con nueva juventud
y lavar, en algún líquido inmortal, el tiempo transcurrido?
Cuando exigí respuesta al viejo Tiempo, respondió breve:
"Mi cabeza cuelga inerte bajo el peso de la nieve"
Y cuando recurro a la tierra, ella me advierte:

"Mi corazón ardiente se encoge dolorido.
Es la muerte. Ni mis viejas cicatrices serán loadas.
Ni mis titánicas lágrimas, el océano ,serán secadas".

¿Qué fúnebres tañidos se ofrendan para estos que mueren como ganado?
Sólo la ira monstruosa de los cañones......
y el rápido tartamudeo de los rifles pueden escupir una apresurada plegaria.
No hay para ellos remedos de oraciones ,campanas o voces de lamento.
Sólo los coros estridentes y demencia desde las ululantes bombas...
y los clarines llamándolos desde sus oscuros cuarteles.

¿Qué cirios pueden encenderse para despedirlos?
No en las manos de los muchachos, sino en sus ojos,
brillará el sagrado resplandor de los adioses.
La palidez en las frentes de las muchachas será su mortaja.
En lugar de flores estará la dulzura de mentes silenciosas.
Y cada crepúsculo será como un lento cerrar de postigos.